En 1912, el polémico pintor austriaco Egon Schiele escribió esta frase en una de sus acuarelas cuando lo encerraron en la cárcel de Neulenbach por corrupción de menores. La revista on line Groenlandia ha publicado este breve artículo en su sección de Ensayos, donde retrato su vida y la de otros autores como ejemplo para preguntarnos: ¿Dónde acaba el arte y comienza la simple provocación? ¿Cuál es el límite entre lo artístico y lo pornográfico?. Aquí puedes descargarte el número 10 de esta revista cordobesa de literatura, opinión y arte que ha logrado crear un espacio para la libertad de expresión dando cabida a diversas modalidades artísticas.
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