Con datos estadísticos relativos a 2016, solo durante ese año se documentaron 172 asesinatos y 276 ataques de otro tipo –entre acosos, persecuciones, mutilaciones, secuestros o violaciones– sufridos por personas albinas en 25 países africanos porque, en este continente, aún se cree que los remedios de medicina tradicional –denominada muti o yuyu– son más eficaces si contienen partes del cuerpo de personas con albinismo. A esas cifras tan desoladoras, en pleno siglo XXI, debemos añadirle la estigmatización y el desarraigo que sufren, sobre todo, las mujeres y los niños albinos, dos colectivos de víctimas especialmente vulnerables a la exclusión social. En el artículo La comunidad internacional y los crímenes «yuyu» contra los albinos que he publicado en el número 43 de la revista Quadernos de Criminología, analizo, desde el punto de vista del Derecho Internacional, la creciente visibilidad de estos crímenes y los instrumentos jurídicos que empiezan a adoptarse en el seno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Parlamento Europeo y otras organizaciones regionales y mundiales.
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