El 10 de diciembre de 1948, los salones del Palacio de Chaillot acogieron un acontecimiento histórico: la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó en París la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, afirmándolos –por primera vez– con una vocación universal. Esta es sólo una de las anécdotas que cuento en el artículo Tenemos plaza en París, que acaba de publicar el número 14 de la revista gaditana Timón Laboral, para saber por qué uno de los rincones más hermosos de la capital francesa -el Trocadero- tiene un nombre tan vinculado con Cádiz.
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