En plena Belle Époque francesa –como habitualmente se conoce a las dos décadas previas a la I Guerra Mundial (1914-1918), evocando la alegría de vivir que caracterizó a aquellos años anteriores al conflicto bélico– París se convirtió en el epicentro cultural de numerosos movimientos artísticos que alcanzaron su mayor apogeo durante el tránsito del siglo XIX al XX y que se caracterizaron por revitalizar el modo de concebir el arte, acercándolo al gran público, más allá de las galerías, de forma que toda la sociedad pudo descubrir la belleza de aquellos sorprendentes cuadros impresionistas, simbolistas, puntillistas, cubistas, fauvistas… y las obras de uno de los grupos más singulares de aquel momento: los nabí. El cuadro que nos legó para la posteridad la imagen de algunos de los integrantes de aquel colectivo –los Cinco pintores (en referencia a Bonnard, Vuillard, Cottet y Roussel)– fue realizado en 1902 por un joven suizo llamado Félix Vallotton que se autorretrató como el quinto pintor que da título a la obra aunque se situó en un humilde segundo plano, el primero por la izquierda, quizá porque se quiso mostrar al margen del resto, dado su habitual carácter insatisfecho que le impedía sentir cualquier arraigo, comportándose como un creador que busca su propio camino sin querer sentirse etiquetado ni encuadrado en alguna corriente. En el número XLVI de la revista CONT4BL3 analizo la trayectoria de este creador y la historia de una de sus obras más curiosas, el falso retrato de un contable. Puedes descargártelo en pdf pulsando en este enlace.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario